lunes, 23 de abril de 2012

Cream - Wheels of Fire (1968)


Casi tan imborrables en la memoria colectiva como aquella pintada en el subterraneo de Londres, el famoso grafiti de 'Clapton is God', permanecen los riffs que Eric Clapton logró en su etapa Cream. Por aquel entonces la banda ya era lo más grande que se podía escuchar sobre un escenario y en este disco, casi de despedida, querían demostrarlo.

Cream ya era un supergrupo con básicamente los mejores músicos posibles a sus respectivos instrumentos, porque el virtuosismo a la guitarra de Clapton es fácilmente reconocible, pero también Jack Bruce consiguió su sueño de ser el bajista mas aterrador y ruidoso del globo, al igual que Ginger Baker, el cual ya era un reconocido músico de jazz, se ganó su respectivo titulo de campeón en la batería. La corta carrera del grupo se debe a esto, su bendición y maldición a la vez. Un grupo rebosante de talento, pero lleno de luchas de egos.

Aunque ya venían de dar al mundo el enorme 'Disraeli Gears', ellos sabían que su poder real se basaba en el directo. Solo Jimi Hendrix y algún otro loco se habían atrevido a plasmar realmente el poder de los conciertos en un álbum, llenarlo de solos de guitarra y pasajes instrumentales, siendo imposible radiarlos y haciendo canciones de una duración muy alta. Grupos como Yardbirds o Cream vivían encorsetados bajo las discográficas (y la temprana edad del rock & roll) y sus discos nunca eran tan salvajes como el grupo realmente sí era.

En esto les ayudaba muchísimo el ser un grupo con unas bases muy fuertes en el jazz, pese a ser unos bluseros después de todo. Sus actuaciones se basaban en larguísimas improvisaciones de todos los miembros, sin longitud exacta nunca, respetando los tiempos de cada uno y viviendo en continuas jams jazzísticas que te llevaban al éxtasis.

En el primer disco encontramos una continuación de lo que había sido su blues psicodelico, con clásicos como ''White Room'' y su reconocible riff. Durante las dos caras nos encontramos un LP mucho más blusero que sus otros trabajos, lleno de matices lisergicos y dejándose llevar totalmente. Y a partir del segundo vinilo es donde se rompen las cadenas por fin y nos presentan cuatro temas en directo (dos de ellos se van de los 15 minutos) donde estalla la locura. Típico momento de poner el volumen al máximo y simplemente transportarte al Fillmore West.

Una vez más habían tenido que venir unos chavales británicos, blancos, y robar el blues para enseñar a los americanos como se hacia. Lastima que fuese tan tarde y a ultima hora.

Puntuación

5 comentarios:

  1. Casualmente, publiqué una reseña de este mismo disco la semana pasada. A ver si es de tu interés:

    http://raggedglory.blogspot.com.es/2012/04/wheels-of-fire.html

    Saludos.

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    1. Correcto, ha sido muy de mi interés leerte. Ademas se ha montado un debate interesante en tus comentarios. Un dos por uno, como el del disco de Cream.

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  2. Disco impresionante, como la exigua carrera de esta super banda, aunque claro, ¿quién va a sostener lo contrario si te fijas en los miembros que la componían? ¡Un abrazo!

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  3. White room es para enmarcar... y discazo. Un abrazo.

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  4. Como lo petan, da gusto oírse esos temas en directo y verlos también gracias a Youtube. Como se nota ese pique que tanto gusta y que los diferencia del trío de Jimi. Me quedo con Crossroads y Toad, aunque la psicodélia de White Room es grandiosa.

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